miércoles, 9 de marzo de 2016

El pasar de los pañuelos.


En un congreso por la comunicación democrática... 
Me alejé un poco del auditorio,  no demasiado,  para poder seguir escuchando. El calor adentro es insoportable y casi no hay oxígeno. La gente de cambiemos dió la orden de no prender los aires acondicionados.  De todos modos, el debate sobre los nuevos 21 puntos de la ley de servicios de comunicación audiovisual,  se lleva a cabo en el salón auxiliar de la cámara de diputados. En un acto casi de rebeldía,  nadie se mueve,  muchos suspiran,  otros se abanican,  pero nadie se mueve.
Llegamos ahí gracias a la invitación del Colectivo PUCARA y representando, tanto a La Comisión Multisectorial Villa María, como al Resistiendo Villa María. Yo, extasiado... La comunicación, no sólo es la carrera que elegí, hace ya, muchos años,  sino que es una pasión para mi y ahora estoy acá,  escuchando a grandes del tema, en un momento en el que peligra todo lo que parecía natural.
Llegamos cuando ya había comenzado y ni bien bajé las escaleras,  la vi... Después las vi a las demás, pero ahora me alejé,  poquito,  en la entrada me quedé y varios conmigo,  quiero tomar un respiro y revisar la cámara. Entonces,  las vuelvo a ver,  vienen despacito... Sale un bastón del recinto y casi como si el bastón las tironeara,  salen ellas. Bajitas,  apoyadas unas en otras, tal vez no para ayudarse,  sino para que el bastón tirara de ellas todas juntas. Sus pañuelos blancos inundan la antesala y los pocos que estamos nos abrimos como si ese bastón fuera el que separó las aguas del mar rojo... Detrás de ellas, retrasada,  viene Hebe,  que a pesar de su fuerza,  le cuesta desprenderse del cariño de la gente a su paso. Todas bajitas y todas despacio,  pero con una energía al pasar,  que pareciera que el piso se prende fuego con cada pisada.
Yo miro y cada tanto reacciono y les saco alguna foto. No me sale el cholulismo de posar con ellas,  siempre me siento que estoy molestando.  Así que las miro y en silencio. Tengo tanto que preguntarles,  tanto que decirles y tanto que agradecerles,  pero no me sale nada... No las quiero molestar,  tienen cosas más importantes que hacer y yo estoy petrificado ante tanta energía.
Los chicos que cubren el evento y digo chicos,  porque son todos más jóvenes que yo,  le piden a Hebe si puede decir unas palabras a la cámara,  ella contesta: Sí,  por supuesto... Se acomoda frente a la cámara,  que a su vez está frente al banner del evento. Le alcanzan un micrófono y ella pregunta: Pueden estar las madres?... Y pensé,  "está pidiendo permiso, como si ella fuera menos importante que todos los que la rodeamos y yo,  casi que estoy pidiendo permiso para verlas y escucharlas".
Se acomodan todas juntitas frente a la cámara y yo detrás de esta,  sabiendo que cuando miren a la cámara principal,  por accidente,  me pueden dedicar una mirada a mi...
Empiezo a grabar y la chica que hace las preguntas,  la consulta sobre la actualidad de la Ley,  de como se ve deteriorada por los DNUs y la realización de este debate. Hebe responde cada pregunta,  pero mirando a quien le pregunta. Levanta la mirada de vez en cuando,  para enfatizar que nos está hablando a todos. En algunas ocasiones,  parece que nos retara,  que nos cagara a pedos como si fuera nuestra madre o nuestra abuela...
Para finalizar,  porque es jueves y ellas tienen poco tiempo antes de marchar en la plaza de mayo,  la periodista,  jovencita,  le dice si "tiene algo para decirle a la militancia"... Hebe se aferra al micrófono y juro que me mira,  porque si no lo está haciendo,  estoy seguro  que me está hablando a mi... Creo que todos sentimos lo mismo en ese momento: Sí... Que no se vendan, - contesta- no se vendan y si tienen que vivir de algo,  si tienen que hacer algo para mantenerse... Vendan pollitos,  pero no se vendan!!!
Me quemó el alma y la cauterizó... No la voy a poder mover para otro lado que no sea el camino que me mostró...
Se fueron,  se hacía tarde. Y yo me quedé pensando,  que vergüenza!!! Me da un poco de vergüenza recordar como lloré cuando el pueblo eligió un gobierno neoliberal,  me da vergüenza embroncarme por las medidas que toma,  me da vergüenza estar al borde de la desesperación y haber estado en el mismo lugar con ellas...
Siento que el pasar de esos pañuelos blancos me sacaron el derecho a quejarme,  el derecho a llorar,  el derecho a sentirme mal,  solo queda el impulso de resistir y de luchar,  desde el lugar más honesto que elegimos y que nos toca.


Texto y fotos: Caito. 

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