Caprichito el niño monarca odiaba la calabaza para la cena, para el almuerzo o para el postre... Caprichito odiaba la calabaza... El problema es que en un reino donde la calabaza, es la MITAD de todo lo que crece, se puede pensar que es muy difícil de reemplazar. La mitad de los trabajos del pueblo son en base a ese fruto. Campos y campos enteros de color anaranjado se extendían por los prados. Los niños eran felices jugando entre sus enredaderas, jugando con sus hojas, usando sus enormes cáscaras como "casa" en las escondidas. Pero el niño monarca no! Él odiaba su sabor, odiaba su color y odiaba su aroma, algo tenía que hacer al respecto!
Comenzó queriendo echarlos fuera del reino, así, sus esbirros las hicieron rodar hasta las inmediaciones del pueblo, mientras Caprichito las DESPEDÍA con un pañuelo, pero parecía que el viento las traía de nuevo, como si no pudieran quedarse quietas lejos de su tierra. Entonces mandó a destruirlas, y allá fueron nuevamente sus secuaces con palos al interior de los campos, a golpear con todas sus fuerzas a calabazas que ningún mal hacían al poblado, pero el número superaba a los soldados.
Pagos y sin convicción, prontamente se cansaron. El campo era demasiado extenso como para deshacer con palos.
Se le ocurrió una última estrategia al niño monarca. Con ayuda del hechicero del reino, aquel que poderes de magnetismo tiene, enterrarían a todas la calabazas juntas en su lugar, varios metros bajo tierra y por encima, kilómetros de grueso concreto. Y así lo hizo, con un ademán, el viejo hechicero desapareció bajo tierra a todas las anaranjadas calabazas, y en su lugar se extiende un prado de gris cemento.
Pobre Caprichito, no entiende como funcionan las cosas. En el interior de las calabazas hay semillas que pronto germinan y por más gruesa que sea la capa de concreto, no se puede detener a la vida...
El cemento va cediendo y se resquebraja. Entre sus GRIETAS se pueden ver los verdes brotes que escapan de la oscuridad, a la luz del reino nuevamente... Es solo cuestión de tiempo...Continuará en cuatro años...
Comenzó queriendo echarlos fuera del reino, así, sus esbirros las hicieron rodar hasta las inmediaciones del pueblo, mientras Caprichito las DESPEDÍA con un pañuelo, pero parecía que el viento las traía de nuevo, como si no pudieran quedarse quietas lejos de su tierra. Entonces mandó a destruirlas, y allá fueron nuevamente sus secuaces con palos al interior de los campos, a golpear con todas sus fuerzas a calabazas que ningún mal hacían al poblado, pero el número superaba a los soldados.
Pagos y sin convicción, prontamente se cansaron. El campo era demasiado extenso como para deshacer con palos.
Se le ocurrió una última estrategia al niño monarca. Con ayuda del hechicero del reino, aquel que poderes de magnetismo tiene, enterrarían a todas la calabazas juntas en su lugar, varios metros bajo tierra y por encima, kilómetros de grueso concreto. Y así lo hizo, con un ademán, el viejo hechicero desapareció bajo tierra a todas las anaranjadas calabazas, y en su lugar se extiende un prado de gris cemento.
Pobre Caprichito, no entiende como funcionan las cosas. En el interior de las calabazas hay semillas que pronto germinan y por más gruesa que sea la capa de concreto, no se puede detener a la vida...
El cemento va cediendo y se resquebraja. Entre sus GRIETAS se pueden ver los verdes brotes que escapan de la oscuridad, a la luz del reino nuevamente... Es solo cuestión de tiempo...Continuará en cuatro años...
No hay comentarios:
Publicar un comentario