Caprichito el niño monarca se enteró, que en un reino lejano, había un espejo mágico que reflejaba la mejor imagen de quien se pusiera delante, esto traía felicidad y paz a los afortunados que podían echar un vistazo a través de su marco.
Entonces, se aventuró a un viaje a las afueras de su propio reino, sabiendo que su armadura hechizada, solo funcionaba gracias al campo magnético de su castillo, pero no importó. Caprichoso como siempre, tenía que ver ese espejo del que todos hablaban. Tenía que encontrar esa paz que tanto anhelaba.
Al llegar al lejano reino, a la vera del camino, pueblerinos de su propio reinado, lo acecharon con cantos y música, por el sufrimiento de la gente que en el reino había quedado. La forma de gobernar de Caprichito, no es buena para el pueblo y sin su armadura funcionando, el blindaje se cae a pocos kilómetros de su propio poblado. Todo esto no importaría una vez que estuviera frente al mágico espejo, así que, sin inmutarse, siguió adelante...
Por fin en el reino lejano, acompañaron al niño monarca para su visita al espejo y una vez adelante y sonriendo, este hizo su magia, pero en vez de reflejar la sonrisa de oreja a oreja de Caprichito, devolvió una cara triste y enojada. Caprichito el niño monarca insistió una y otra vez, sonriendo cada vez más fuerte y cada vez más falso, pero el espejo volvía a refleja su cara, cada vez más triste y cada vez más enojado. El niño le hizo regalos al gigantesco marco de madera y cristal, queriendo sobornarlo, pero la imagen no cambiaba. Solo 22 minutos duró la visita. Ni Caprichito soportó la imagen que el mágico espejo devolvía, ni el espejo soportó tenerlo delante. Así que volvió a su reino sin esa alegría y esa paz de la que tanto le habían hablado y, lo que es peor, parecía que el espejo lo había hechizado. Cada espejo del reino y de su propio castillo, empezó a reflejar, poco a poco, esa nefasta imagen que el espejo mágico, había devuelto. Así que decretó, en todo el reino, que el espejo era malo y mentiroso, cada espejo y cada reflejo debía ser cubierto, para que no pudieran devolver ninguna imagen, ni buena, ni mala.
Lo que escapó del entendimiento de Caprichito el niño monarca, es que el espejo del lejano reino, reflejaba la imagen del alma. No importa como vista uno, o su color de piel, el alma se nutre de las acciones. El espejo mágico es una ventana del alma, no entrega paz y felicidad mágicamente, eso se lo otorga un alma merecedora de esa imagen.
martes, 1 de marzo de 2016
Caprichito y el espejo. (cuento para portarse bien)
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