martes, 21 de junio de 2016

Caprichito y la Bandera (cuento para no quedar enjaulado)


Era de público conocimiento que Caprichito el niño monarca y la bandera del reino no se llevaban bien. Tal vez era el hecho que cada uno representaban aspectos diferentes de un mismo poblado. Mientras una representaba siempre al otro,  siempre lo bueno de la población,  el otro era un estandarte del egoísmo y la desigualdad...
Tal vez era el hecho que el niño monarca tenía repetidos intentos por CAMBIAR,  no solo sus colores,  sino también su forma y su material por algo que fuera mucho más liviano,  más liviano en peso y en ideas,  algo inflado de nada y amarillo.
La cuestión es que se llevaban cada vez peor y cada vez,  los ataques entre uno y otro,  se hacían más evidentes. Mientras que la bandera parecía lanzarse en picada a golpearlo cada vez que le mentía al pueblo,  Caprichito se encargaba de manchar su imagen en los demás reinos,  manchando así a todo el reinado.
Caprichoso como siempre,  el día del cumpleaños de la bandera,  el niño monarca mandó construir un cerco al rededor de la misma,  para que así los pueblerinos, no pudieran acercarse a saludarla y al grito de, "si se puede!", una vez más levantar los estandartes de egoísmo y superioridad ante cualquier símbolo que intente opacarlo...
Pero los colores de la bandera se fundían con el firmamento,  así que la gente solo tenía que alzar la vista para saludarla. Pobre Caprichito,  así como no se puede tapar el sol con el dedo,  no se puede enjaular el cielo.
Construir cárceles es su mayor logro hasta ahora,  sin saber que con cada barrote es él quien va perdiendo la libertad,  ya que las ideas son pájaros que no saben de jaulas.

Texto y dibujo: Caito...


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